domingo, 4 de marzo de 2012

Dios quiere abrir tus ojos y oídos para que veas y escuches más allá de lo que naturalmente puedes ver y oír

04/03/12
Predicadora: Iris Juárez

A veces Dios nos habla y nosotros somos quienes nos olvidamos. Pero Dios no nos dejará solos.
Marcos 1:14-15
Estas bajo un Reino poderoso y se acercó a ti cuando el Señor Jesús vino a tu vida. Pero es necesario cambiar la actitud para que haya un cambio y no vivas de la misma manera cuando no conocías a Dios. Y este cambio es necesario para que tú nazcas de nuevo en tus pensamientos, y así poder estar en el Reino de Dios.
Dios te lleva en este tiempo a un arrepentimiento total y no parcial de tus caminos, para que no venga el juicio de parte de Dios a tu vida. Cuando te interpones, detienes el obrar de Dios.
2 Corintios 10:3-5
Todos los días, Pablo llevaba los pensamientos cautivos a Cristo para que el Espíritu Santo obrara, guiándolo Dios mismo.
En la mente del humano hay muchos argumentos que llevan a la altivez. La altivez es pretender saber algo antes que la otra persona termine de exponer un pensamiento o un argumento. La altivez es rebelión, y la rebelión es hechicería. Y todos estos argumentos que llevaban a Pablo a la altivez, es lo que entregaba a Dios para obedecer a Cristo. Te pregunto a ti: ¿A dónde irán tus pensamientos? ¿Qué necesitas tú para que Dios te cambie?
Necesitas que tu vida sea doblegada ante Dios. Para ello es necesario tener atento y abierto los ojos y los oídos, para ver y escuchar más allá lo que tus ojos y oídos naturales pueden ver y oír.
Mateo 13:13-19
Jesús habla por medio de parábolas para explicar lo que es el Reino de Los Cielo, porque decía que viendo no ven y oyen pero no escuchan. Y esto sucede porque la persona sin Cristo tiene la mente en otra situación, de tal manera que no entiende cuando Cristo habla. Y esto sucede porque nuestros corazones se han engrosado y la vida se ha oscurecido. Por tal razón no podemos ver en una dimensión espiritual cómo el enemigo trabaja trayendo desánimo y para que no oigas la Voz de Dios en tu caminar cotidiano, sino que camines a tientas sin ver lo que no puedes ver con tus ojos naturales. Como consecuencia de ello, el pueblo se vuelve insensible a Dios, naciendo la altivez.
Necesitamos ver en este tiempo que las escamas de los ojos se caigan.
Veamos en este pasaje bíblico lo que le pasó a alguien que fue fiel a Dios. Me refiero a Eliseo.
2 Reyes 6:8-20
Le sugiero que relea de nuevo y que interprete cada versículo.
Eliseo miraba con los ojos de Dios. Cuando el rey de Siria daba la orden de atacar, en el mismo momento Dios le revelaba a Eliseo para que se cuidara el rey de Israel.
Tú podrás ver las cosas ocultas que no son manifiestas naturalmente en las circunstancias.
Cuando el rey de Siria se entera, por medio de sus consejeros, de que Eliseo era quién aconsejaba al rey de Israel, manda a un ejército a sitiar la ciudad de Dotán. Cuando el criado de Eliseo vio al ejército que había sitiado la ciudad, tuvo temor. Pero él tenía temor porque tenía los ojos espirituales cerrados, al igual que tú cuando dices: “¿Ahora qué hago Señor?” Esta es una pregunta que hace una persona que no conoce a Dios. Pero Eliseo ya sabía lo que realizaría porque estaba ungido, al igual que tú cuando recibiste al Señor Jesús en tu corazón.
Entonces Eliseo llamó a su criado incrédulo y sin fe. La realidad era que estaba el ejército de Siria, pero Eliseo veía la verdad de Dios. Dios abrió los ojos del criado incrédulo y vio que Eliseo no estaba solo.
Entonces la pregunta correcta que tienes que hacerle a Dios es: “¿Qué quieres que yo haga Señor? ¿Cómo quieres que lo haga?”
Sin embargo, ya que oyes la Palabra de Dios, ¿hasta cuando vas a seguir preguntando en medio de las circunstancias difíciles “y ahora qué hago”? ¿Está Dios en tus preguntas? Porque cuando viene el problema, es cuando aparece el temor.
Ya el criado miraba como Eliseo, podía mirar las cosas de Los Cielos. ¿Cómo tú estás mirando cuando tus ojos están vendados?
El enemigo te tiene engañado y hasta piensas que los problemas son situaciones que tienen que pasar. Pero cuando tú te levantas en fe, te levantarás en poder.
Eliseo hace dos oraciones a Dios. Una para que abra los ojos del criado y otra para que la ceguera cayera al ejército sirio, y así Eliseo lo pudiese llevar a Samaria, tomando el control sobre el enemigo.
Dios está interesado de que tú no mires acá abajo, sino en las cosas de arriba.
Ahora no tenemos aquí a un Eliseo que nos abra los ojos espirituales, sino que tenemos a Jesús para habilitarte con un propósito. Y es quién quiere abrir tus ojos ahora.
Lucas 4:16-21
Jesús se presentó en la sinagoga de Nazaret a predicar el libro de Isaías, en el día de reposo como era su costumbre.
¿Está el Espíritu Santo sobre ti? ¡Claro que si! Dios te ha ungido con el Espíritu Santo. Abre tu boca y expresa con tus palabras: “El Señor Jesús me ha ungido”. Pero esto es para aquellos que le creen.
El éxito y fracaso de tu vida dependen de cómo se relaciona tu alma con Dios para dar nuevas buenas a los abatidos, libertar a los cautivos y sanar a los enfermos. Y esto es necesario para que te determines en Él. ¿Cuánto tiempo dedicas al Señor?
Cuando tú quieres agradar a tu cónyuge o a tu novio o novia, primero te metes en la presencia de Dios para que salga el perfume del interior, y tu vida será diferente, cambiada y transformada. Tu Dios no es un Dios de mezclas.
¿Qué pesa más en tu vida si fueses una balanza?
El cumplimiento de la Palabra se produjo porque Eliseo se encontró con Dios. Hoy es el tiempo de que plantes y rompas las cadenas y veas cómo el enemigo está tratando de robar los sueños que ha puesto Dios en ti.
Es necesario que sepas que cuando te preguntas: “¿Y ahora qué hago?” estás recurriendo a tu pasado para poner por obra las mismas decisiones que tomaste y te salieron bien. También en medio de las situaciones difíciles, primero recuerdas qué hicieron tus padres para que tú también lo pongas por obra para gobernar la situación.
¿Anhelas que Dios abra tus ojos? Aquí está el Espíritu Santo para abrir tus ojos. Porque cuando tú miras con tus ojos naturales preguntas: ¿y ahora que hago? Y te amargas.
Pero Dios abre los ojos espirituales de aquellos que no se conforman, porque no pueden predicar lo que no han vivido.
Dilo con tus palabras: “Señor hasta aquí he llegado y quiero que mi alma sea sometida ante tu presencia. Quiero arrepentirme y quiero que tu Santo Espíritu obre en mi vida y que nada en este tiempo me saque de Tu voluntad. Te lo pido en el nombre de Tu Hijo Jesús. Amén.”

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