domingo, 2 de septiembre de 2012

Para entender a otros, primero tu corazón necesita ser trabajado y cambiado por el poder de Dios

02/09/12 
Predicadora: Iris Juárez 

El domingo fue decretado por Constantino, el papa. Pero nosotros no guardamos el domingo, sino todos los días para Dios. Y aprovechamos este día para glorificar a Dios. 
Si nosotros declaramos palabras de fe pero no las creemos, entonces no hay una correspondencia entre lo que creo y proclamo. En este tiempo que vivimos, pareciera que no necesitamos ser bendecidos por Dios, ser liberados, que los matrimonios sean unidos. 
Cuando preguntamos “¿Cómo se encuentra usted?” y la respuesta es: “bien”. Pero si además vemos cómo Dios responde a Sus hijos. Entonces, ¿cómo no alabar a Dios? 
Esta Palabra de parte de Dios, la comparto con usted, y espero que abra su corazón y la reciba. 
La vida cristiana es una cuestión de obedecer a la Palabra de Dios para poder tener una relación diferente con el Señor. Es necesario ordenar tu vida antes de caminar durante el día. Es decir por medio de la oración alinear el espíritu al Espíritu de Dios, así de esta manera: “Espíritu ponte debajo del Espíritu Santo.” Y esto es necesario porque el alma no se puede comunicar con el Espíritu de Dios, justo allí donde está la Palabra. “Ordeno que el alma esté debajo del espíritu. Y este cuerpo que es un envase, se alinea debajo del alma, en el nombre de Jesús, y en el poder del Espíritu Santo me alineo contigo. Ordeno a mi espíritu ponerse debajo del Espíritu Santo. Y en el nombre de Jesús, te ordeno alma que te pongas debajo de mi espíritu. Y en el nombre de Jesús, ordeno al cuerpo que se ponga debajo de mi alma. Señor te pido que la sangre de Jesús penetre en mi cuerpo. Amén.” 
Ahora sí, el Espíritu Santo es el Señor de tu vida y podrá hacer la obra para quitar las cargas y la opresión. “Y todo aquello que no es de Dios lo atamos en el nombre de Jesús y se va de mi vida”. 
Dios cambia la tristeza de tu corazón y pone Su gozo, porque Su favor es para toda tu vida. Dios nos viste con ropas diferentes, porque Dios es un Dios de misericordia y de oportunidades. 
A veces actuamos diferentes y somos tajantes. Sin embargo, Dios es un Dios de oportunidades. A veces actuamos traicionando a Dios. 
Isaías 61:1-4 
Dios ordena a los afligidos y que sean llamados árboles, plantíos Suyos. Depende de ti que estés triste o que Dios te dé lo que tiene para ti por medio de Su palabra. 
Dios había ungido a Isaías para predicar a los abatidos, heridos de corazón, publicar libertad a los cautivos en su interior, y abrir las puertas de los presos que se encontraban en cárceles y a los enfermos declarar sanidad. 
Y Dios ha venido a ti para traer sanidad en el alma, que sólo Él lo puede hacer. Porque el hombre no puede meter su mano en el alma. 
Esta tarea encomendada a Isaías es la misma tarea que ha sido encomendada a ti. Pero para dar las nuevas buenas de salvación, es decir dar a conocer el Evangelio es necesario estar sanos. 
El Apóstol Pedro conocía de cerca de Jesús porque había sido llamado por tres años y medio. Y él observaba como Jesús predicaba, sanaba, cuando comía y cuando dormía. Pero en un momento de la convivencia, en la pascua, Judas lo traiciona. Y ese fue el último momento en que estuvieron juntos. 
Lucas 22:31-34
En este pasaje podemos observar a Pedro prometiendo algo que no cumpliría porque Jesús lo conocía muy bien. Pero ¿sabes qué sucedió? 
Pedro negó conocer al Señor Jesús, delante de quienes lo aprendieron para crucificarlo, por tres veces. Y cuando lo negó por tercera vez, el gallo cantó y lloró amargamente. Y a partir de ese momento fue crucificado. Y el resto de los discípulos miraban de lejos a Pedro. Entonces Pedro decide volverse a su vieja vida porque no supo cómo servir a Dios. Y lo único que sabía hacer era su viejo trabajo, pescar. Y Pedro se fue a pescar con siete discípulos. Y pasaron toda la noche sin poder pescar nada. 
Y llegando el amanecer, escucha a alguien: “¿Hijitos tienen algo para comer?” Seguramente que los pescadores se habrán preguntado: ¿Quién será? ¿Se estará burlando de nosotros que no hemos pescado nada? Pero ellos respondieron que no. Y la voz que estaba en la orilla les dijo que tirasen la red a la derecha. Y ellos obedecieron. Y la red comenzó a llenarse de peces. Pedro, al ver esta escena se dio cuenta de quién estaba en la orilla de la costa. ¿Y qué pasó? Cuando Pedro vio la cantidad de peces, se dio cuenta que únicamente lo podía hacer el Señor. Entonces Pedro no esperó que el bote llegara a tierra firme, sino que se lanzó al agua y fue nadando porque no podía esperar. 
Al llegar a tierra firme, el Señor los esperaba con una mesa. Y no preguntaron nada porque vieron que había resucitado. 
El Señor no les dijo: “Muchachos, me abandonaron. Todos ustedes que se hacían llamar amigos son unos fallutos. Ninguno de ustedes sirve para predicar la Palabra de Dios a los gentiles. Me dejaron solo cuando más los necesite”. 
Hubo un silencio cuando estos hombres vieron que era Jesús. Pero veamos qué sucedió. 
Juan 21:15-22
A Pedro, Jesús le dio una oportunidad nueva al llamarlo con el viejo nombre: Simón. 
Tres veces Jesús le preguntó a Simón si le amaba. Así como con Pedro, Dios nos da una nueva oportunidad, poniendo una mesa de bendiciones. 
¿Recuerdas la historia del hijo pródigo? El hijo mayor tenía a disposición de todas las bendiciones puestas en la mesa de la casa de su padre. Y cuando el hermano menor regresó, el mayor se enojó. Pero se enojó porque no conocía al padre. 
Si vas a dar buenas nuevas tendrás que dejar de hacer lo que estás haciendo para poner a Jesús en primer lugar y seguirle. 
Pedro volvió a su viejo trabajo, y tú ahora te estás afanando en el trabajo. Y Jesús te pregunta si tú le amas más que tus problemas y a todas las cosas que haces, para poder dar las noticias de salvación o ¿amas a otras cosas antes que a Jesús? 
Pero el Señor se tuvo que asegurar tres veces más y le dijo “sígueme”. Porque allí está la bendición, para que te vaya bien. Si amas a Jesús, no te costará predicar, soltar palabras de bendición, porque el que ama perdona. El que ama, perdona. El que ama perdona. No puedes amar al Señor Jesús si no puedes perdonar. 
Luego de ese encuentro, la vida de Pedro no fue igual, sino que fue un hombre fuerte, cambiado, con un espíritu manso y humilde. Con su sombra, las personas se sanaban, con su testimonio, las personas se convertían. 
Dios busca a hombres y mujeres que le amen. Pero si no amas a tu hermano y no perdonas, estarás mintiendo al Señor. ¡Qué Dios nos dé un Espíritu como el de Jesús, manso y humilde! 
Y Jesús pasó una traición muy grande. Si Jesús siendo traicionado por Pedro, lo perdonó, ¿no podremos perdonar tú y yo? 
No podrás entender a otros, si primero tu corazón no es trabajado y cambiado por el poder de Dios. Es tiempo de creerle a Dios y esperar; que es justamente lo que cuesta al ser humano. 
Pregúntate cómo el Señor Jesús te ve a ti. A veces nos acostumbramos a caminar, a movernos como si nada, como si no importara Dios. Decidimos y hacemos como si no nos importara Dios. Y Le servimos así. Pero Dios nos dice: ¿Me amas? ¿Me amas más que a estos? 
La repuesta la tienes tú solamente. Hay un adversario que te odia, que te quiere matar, destruir y verte en el infierno. Pero Dios te pregunta: ¿Me amas? Porque Él si te ama.

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