domingo, 19 de agosto de 2012

El Evangelio sana las heridas del corazón

19/08/12 
Predicador: Edinson Pinedo 

Isaías 61:1-5
Es un anuncio de la venida de Jesús. Isaías tiene dos partes. La primera parte hasta la llegada de Jesús. La segunda partes es apocalíptica, lo que Dios hará. En la primera parte, Jesús viene a arreglar asuntos del pecado. La segunda está relacionada con la segunda venida de Jesús. En la primera parte viene a dar la oportunidad de ser salvo y disfrutar de la vida. En la segunda, Jesús viene a buscar la Iglesia. Se escuchará la trompeta para que el Cielo se abra y todos veamos al Señor; una situación fascinante para quien haya recibido al Señor. No así para los no creyentes, ni para los cristianos ilegítimos, es decir aquellos que no tienen paz ni gozo. La vida cristiana es una carrera de resistencia, no es de velocidad, la cual es difícil si Dios no está a tu lado. Sin Dios hay fracaso. Cuando venga Cristo lamentarán las naciones, porque la Iglesia será llevada al Cielo. Cristo no vendrá para salvar, sino a juzgar. Jesús vendrá a escoger y separar las ovejas de las cabras. Las cabras serán los hombres sin Cristo. El Espíritu del Omnipotente está sobre ti. El Señor está sobre la vida del creyente por cuanto lo ha ungido. En el Antiguo Testamento la unción era para cumplir un propósito. David fue ungido por Dios para que fuese rey del pueblo de Israel. Nosotros somos parte del pueblo de Dios y somos ungidos. Somos ungidos por el llamamiento que Dios ha hecho. Porque creemos en Su nombre y somos Sus hijos. Cuando Dios encaminó nuestras vidas todos teníamos nuestras cosas. En Perú el filisteo es el no creyente. No deben casarse los jóvenes cristianos con los filisteos. Dios ungía para cumplir un objetivo: reinar sobre toda maldad, circunstancia para predicar a los pobres, a los que están en miseria. Cuando Jesús habla de riqueza, se refiere a las bendiciones, no al dinero. De nada sirve ser rico económicamente si no tienes nada. Dios vino a dar las buenas nuevas a los pobres, vino a dar los evangelios para que la riqueza de Dios llegue y reine en nuestras vidas. 
Apocalipsis 1:6
Somos reyes y sacerdotes. Como reyes tenemos que aprender a tener dominio propio. Hay que poder controlarnos. Dios quiere que tengas una vida en equilibrio para que seas cuidadoso en lo que hagas. Y además para que Dios nos saque de nuestra pobreza. 
Romanos 5:8 
Aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Dios quiere que podamos amarnos entre nosotros. Cristo debe moldear nuestros corazones y el amor, que Dios derrama en nosotros, debe ser manejado por el Señor, y ser latente. Hay que amar al hermano y mirarlo distinto con la fe de verlo cambiado, por más que nos haya hecho algo que no nos guste. Una cosa es ayudar a alguien sin que Dios te envíe, y otra es ir con la dirección de Dios. Porque no serás un metido y Dios te bendecirá. Es más fácil llorar con el que llora, que ser feliz con el que está feliz. Hay que aprender a alegrarnos. Cuando nos gozamos con el hermano, allí es cuando Dios obra y larga Sus bendiciones 
Salmo 23
Por los valles de sombra y muerte, todos pasamos. Son momentos difíciles, y después de ellos hay mesas llenas. Los valles son para que los pasemos, para que sigamos creciendo y que quede lo mejor de nosotros. Es decir que el mejor oro quede, luego del proceso de limpieza. Después de los valles somos más mansos, entendemos a los otros y caminamos distintos. Porque los resultados son distintos. Dios me ha encomendado a sanar corazones heridos. El hombre que es pobre sin Dios, su corazón está herido. El Evangelio sana el corazón, que es la personalidad, es decir el centro del ser humano. Cuando el corazón está herido, todo le sale mal. Jesús vino para curar las heridas del alma. Allí están las emociones, la voluntad y la mente. Hay emociones que están en la vida desde pequeños y que están arraigadas y no dejan de doler. Y este dolor no permite que Dios obre. Cuando Dios sana, nos saca la venda de los ojos. Y a partir de allí, la voluntad y todo el ser es controlado por el Señor. Entonces, hay arrepentimiento. Cuando Dios dirige la voluntad, podemos organizar nuestros tiempos de manera diferente y hacer muchas cosas: tiempo para orar, para leer la Palabra, hacer deporte, trabajar en la Iglesia, visitar a los hermanos. Dios nos dio las dones para que los desarrollemos. Dios pedirá cuentas de todo lo que Él nos dio, de los dones que tenemos y si predicamos o no. Si Dios controla nuestra vida, entonces tendremos tiempo para hacer muchas cosas. Dios quiere levantar la Iglesia en este tiempo para que ésta ponga la mano en el arado, sin mirar hacia atrás. Pedro le dijo a Juan: morimos crucificado y no te preocupes porque Él sabe que hacer. No mires para atrás. Es tiempo de tomar la responsabilidad que Dios puso en nosotros. Dios vino a sanar las emociones, la voluntad y la mente. Hay carga en aquellos que no perdonan, y como consecuencia de ello, sus emociones están sensibles. Si perdonas serás libre y la bendición vendrá sobre ti. Es buena la posición de no tener deudas, porque hay paz en nuestros corazones. Aquél que no es ciego, puede guiar a otro. Y para salir de la ceguera hay que buscar la presencia de Dios. Para aquellos que dicen no quiero pecar pero lo siguen haciendo, tenemos que tener en cuenta que Jesús vino a dar libertad a los cautivos, libertad a los prisioneros y a los ciegos. Jesús nos saca de la cárcel de la esclavitud del pecado, y permite que mires de una forma distinta. Dios quiere renovar una vida nueva. No es tiempo de estar quietos y sosegados, sino de crecer y desarrollar los dones del Señor. Dios nos despierta y nos levanta de los muertos para hacer cosas nuevas y reinar como Hijos de Dios y disfrutar de las bendiciones.

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