domingo, 9 de septiembre de 2012

Dios quiere Hijos calientes, no quiere Hijos tibios en la vida cristiana

 09/09/12 
Predicadora: Iris Juárez 

En este tiempo Dios hará hombres y mujeres llenos de amor y misericordia. Siempre Dios nos habla por medio de Su palabra. 
Lucas 15:11-32
En este pasaje hay dos tipos de personas: el hijo mayor y el hijo menor. El padre sería Dios, lleno de misericordia y amor. Así y todo uno de los hijos se fue de la casa tras las cosas del mundo. Hermano y hermana, tienes que saber que todo aquello que te aleja de Dios, no proviene de Dios. Sea esta una amistad, un trabajo, un pariente o alguien. Los dos hermanos reaccionaron de manera diferente; uno estaba en la casa del padre y el otro decidió gastar dinero en cosas mundanas, pero se arrepintió. Y además este último observó la diferencia entre vivir con su Padre y no vivir con Él. La situación era esta: el hijo mayor trabajaba en los negocios de su Padre. Y en relación al hijo menor que se había marchado de la casa, el Padre sabía que volvería en sí y regresaría. “Regresar en sí” significa que el hijo reconoció sus pecados y pidió perdón. Pensó que su Padre lo reprendería cuando regresara a la casa. Sin embargo regresó arrepentido. Dios es recto y justo. Lo peor que puede suceder es caer en el juicio de Dios. Dios es misericordioso. Así, si alguien te hace algo malo, tienes que perdonar. Cuando el hijo menor se arrepintió, el Padre lo vistió y calzó con lo mejor. Además le hizo una fiesta porque estaba contento y alegre. Cuando hay amor, no importa lo que haya pasado, sino que hay perdón. El joven de estar mal vestido, pasó a ser el hijo del rey. Cuando los ojos del hijo mayor vieron la fiesta que había organizado el padre, no quiso entrar a la casa y se enojó. El padre le rogó que entrase, pero el hijo mayor lo cuestionó. El Señor nos enseña que aún revive los huesos secos. Este hijo mayor no supo disfrutar de las bendiciones del Padre, porque era un religioso. 
En la Biblia hay otro historia de dos hermanos gemelos, Jacob y Esaú, hijos de Isaac, donde uno de ellos tomó la bendición del primer hijo varón. 
El primogénito tiene la bendición, porque el primero en abrir la matriz de la madre, es de Dios. Por ello la bendición era para Esaú. Pero Jacob le propuso a su hermano Esaú cambiar la primogenitura por un plato de lentejas. Y Esaú cambió la bendición de Dios por algo terrenal. 
Isaac al bendecir su primer hijo varón, fue engañado por su hijo Jacob y Rebeca, porque éste estaba ciego. Isaac dio la bendición a Jacob en lugar de Esaú. 
La bendición trataba de que sería padre de naciones. Luego Isaac se dio cuenta que había otorgado su bendición más grande a Jacob. Y después como consecuencia de ello, hubo peleas entre los hermanos. José fue un bendito de Dios, a pesar de haber sido hijo de Jacob (un engañador). 
Romanos 9:13
En este pasaje dice “A Jacob amé y a Esaú aborrecí”, porque Esaú menospreciaba las cosas del Señor, al igual que el hijo mayor. Estos varones no valoraban la primogenitura. En cambio Jacob valoraba las cosas del mundo. Por eso José fue bendito de Dios, a pesar de ser hijo de Jacob. Estos son tiempos finales y hay personajes que vienen mintiendo que son del Señor. Dios honra al que Le honra, y tiene por poco, al que Lo tiene por poco. Dios nos dio un mandato y no podremos cumplirlo si nosotros no tenemos a Dios en primer lugar. 
Entonces, ¿a alguien le estamos dando la gloria que le corresponde a Dios? ¿Por quién estamos cambiando la cosas del Señor? 
El Señor nos perdona, siempre cuando nos arrepentimos de todo corazón. Debemos buscar al Señor y no esperar de brazos cruzados a que el Señor obre. Dios nos necesita para ayudar a otros. Dios conoce nuestras vidas, si es que vamos a la Iglesia no por imposición sino por amor a Dios. No te quedes llorando en tu casa. Dios llama a Su pueblo, ejército. No te quedes con tus problemas. Ama a Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con todo tu alma. Tienes que amar a tu prójimo. Pero aquél que no te ama, ese es el que vale. 
¿Seguirás igual? Cae la responsabilidad sobre quienes escuchan estas palabras. Dios no quiere tibios, sino fríos o calientes. No es tiempo de jugar con Dios. O nos decidimos por Él, poniéndolo en primer lugar o ponemos en su lugar los estudios, el trabajo o la familia. 
¿Nos volvemos ahora como el hijo menor que toma la bendición o seguiremos con la misma actitud, como el hijo mayor, teniendo la bendición del Padre pero sin disfrutarla? 
La decisión la tienes tú.

No hay comentarios: