domingo, 6 de noviembre de 2011

Dios quiere que Le conozcas y creas

06/11/11
Predicadora: Iris Juárez

Venimos a la Iglesia no solo a escuchar la Palabra de Dios, sino también para ponerla por obra. A veces las distracciones nos hace que perdamos la atención.
El domingo pasado, el Señor en Su palabra, nos revelaba sobre el Espíritu Santo que nos habla cuando nos apartamos de Dios para que nos arrepintamos y para que regresemos a los caminos del Señor.
En Isaías 58 cuando los profetas anunciaban que el Cristo venía, en ese tiempo el Señor Jesús no existía sobre la tierra. Y muchos murieron creyendo en sus corazones que vendría. Pero cuando Jesús vino a la tierra, se cumplió la palabra del Antiguo Testamento.
Pero cuanto le cuesta esperar al ser humano, porque en aquél tiempo, a pesar que no conocían al Señor, tenían que esperar.
Así sucedió con las diez vírgenes que esperaban al esposo. Y a cinco de ellas les costó esperar. Pero las otras cinco esperaron y esperaron, porque Dios había dicho que el esposo regresaría a buscar a sus amadas.
El tema es que nos cuesta esperar, y aún más las bendiciones que nos perdemos por no saber esperar. Cuando no se espera, se pierde la esperanza. Pero cuando empiezas a ver las cosas que no son hoy como algo que son, hay algo que comienza a suceder en el mundo del espíritu.
El Señor quiere abrirte el corazón y la mente para que tú veas las cosas como Dios las ve, y para que camines conociendo a Dios.
Lucas 24:13-49
Al tercer día de la muerte de Jesús, se les aparece a dos discípulos que caminaban hacia Emaús. Los discípulos les cuenta a Jesús que esperaban que el Cristo redimiera a Israel y no lo hizo. Además de esto que no fue cumplido, ya habían pasado tres días desde su muerte y no había resucitado.
Los discípulos no conocían a Jesús y estaban incrédulos y desilusionados.
Los discípulos conocían bien el Antiguo Testamento, pero eran lerdos para creer.
En este pasaje de Lucas, podemos ver el amor de Dios, porque Jesús caminaba con dos discípulos y les predicaba que Jesús iba a morir y resucitaría al tercer día.
Fue tal el amor de Jesús, que se quedó con ellos y compartió con los discípulos, a pesar de la incredulidad que tenían.
Dios todavía abre los ojos de nuestro entendimiento para que Le conozcamos por medio de Su palabra.
Hay una diferencia entre el creyente y el discípulo, el primero pide y el segundo da. El creyente es el que suma y el discípulo es el que multiplica.
Surge una etapa nueva para los discípulos: predicar el arrepentimiento, el perdón de pecados. Pero los discípulos recién fueron a predicar cuando Jesús subió a buscar al Espíritu Santo para que seamos envestidos de poder desde lo Alto.
No tenemos excusa de no conocer esto, porque es el Espíritu Santo Quién está en nuestros corazones, porque es Quién nos ayudará a esperar, a pesar de que no vea nada, dice: “yo creo”.
Tú sabes en Quién has creído y en Quién estás seguro.
Te pregunto a ti para que me contestes: ¿Cómo conoces a una persona?
Hablando con ella. Entonces, Dios quiere que tú Le conozcas.
Hoy tú mantienes un monólogo con Dios, y así es tu oración. No esperamos a que Dios nos hable. Y además no dejamos a Dios que nos dé una repuesta. Orar es hablar con Dios. Es estar delante del Señor en Su presencia para preguntarle: “¿Cómo quieres que vista? ¿Qué quieres hoy hablarme en este día? Dirige Tú Señor. ¿Cómo le hago?” Es allí cuando hablo con Dios y Él responde.
Dios quiere que tú Le escuches, quiere gobernar sobre tu vida, en otras palabras: qué decir y cuándo callar.
Dios está interesado en que tú Le conozcas. Esto es cuestión de disciplina, orando y declarando la repuesta que ya viene. Así el mundo espiritual se abre y comienzas a tener esperanza y comienzas a ver las cosas como Dios las ve.
2 Corintios 10:4-5
Si obedeces a lo que Dios habla por Su palabra, traerá justicia y autoridad a tu vida.
Dios quiere que aprendas a esperar, porque la repuesta viene. El Espíritu Santo es el que te ayudará.
¿Qué no estás haciendo en estos días? ¿Alguien de tu familia aún no ves aquí en la Iglesia? ¿Tú economía es escasa? ¿Estas enfermo? ¿Tienes un problema con tu cónyuge? ¿En tu trabajo te va mal? ¿O algo que pides, aún no ves la repuesta?
Dios te lleva al arrepentimiento porque te quiere usar, porque hay naciones que esperan a hombres y mujeres que prediquen la Palabra de Dios.
Tu arrepentimiento es para siempre. No puedes andar igual luego de arrepentirte.
Si todavía te cuesta esperar y no ves la salida y no has creído que Dios te ha hablado, entonces humíllate y pídele que te perdone.
De Dios es el tiempo, el cómo y el por qué. Lo único que Dios quiere es que te arrepientas de corazón para que Le conozcas.

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