sábado, 16 de abril de 2011

Jesús explica el valor de una vida por medio de parábolas para que tú lo entiendas

16/04/11
Predicador: Jerry Haas

Si como cristianos creyéramos como ve Jesús, veríamos como Jesús quien enseñaba por medio de parábolas.
Lucas 15:1-24
Entendemos por medio del evangelio que Jesús pasaba tiempo entre la gente, y no con los líderes religiosos, debido a que la gente necesitaba de su mensaje.
Pero un día hubo líderes religiosos entre la gente. Jesús se reunía con aquellos que necesitaban de su ayuda para ser enseñados. Y en esas circunstancias, Jesús contó tres parábolas, porque las almas perdidas les interesa a Jesús.
En cada parábola hubo de gran valor que se había perdido.
En términos económicos, en la primer parábola, la oveja reproduce a otras ovejas, y estas a otras, y así sucesivamente para que el pastor vendiera ovejas y sustentara a su familia; porque estas ovejas eran de gran valor.
En la segunda parábola, la mujer buscaba el décimo de su herencia. Para ella era lo que sustentaría su vida. Además representaba algo de valor, es por ello que no espero hasta que amaneciera para comenzar la búsqueda, sino que inmediatamente encendió una lámpara, barrió mirando con sumo cuidado el piso.
En la tercer parábola, uno de los tres hijos reclamó la parte de su herencia al padre. El padre accedió, y el hijo decidió irse para vivir una vida depravada. ¿Cuál era el valor para el padre de que volviera a su casa sin nada? La relación padre – hijo era de gran valor, y no era opción del padre la de restaurar la relación. El padre observaba diligentemente y a lo lejos, con la esperanza de que su hijo regresara.
En cada parábola vemos que Jesús relata que algo de gran valor se había perdido, y necesitaba una búsqueda detallada hasta encontrarla.
Lo tercero que vemos es que cuando se encontró lo que se había perdido, hubo fiesta, celebración.
En la primer parábola, el pastor llamó a todos sus amigos para que se regocijaran junto a él. Luego Jesús dijo que de igual manera que el pastor, hay mayor gozo en Los Cielos por un pecador que se arrepiente, más que por 99 justos.
Cuando la mujer encontró la moneda, reunió a sus vecinas y amigas para que se regocijaran junto a ella.
Toda la celebración que podemos imaginar al leer el relato del regreso del hijo pródigo, comienza cuando el padre lo divisa en el horizonte, que a pesar que el relato no describe en que condiciones regresaba; debe haber estado delgado, con la vestimenta rota y sucia. Sin embargo el padre corrió hacia su encuentro y cayó al piso postrado a los pies. El padre restauró el lugar que ocupaba el hijo dentro de la familia. Pero al hijo mayor no le gustó lo que hizo el padre, quién le explica las razones (vv31-32). El padre no podía ocultar el gozo porque el hijo estaba muerto en sus pecados, y hoy lo encontró vivo nuevamente.
Jesús dice que hay una verdad y que es la que él vino a buscar a los perdidos en la Iglesia. Pero tantas veces fallamos en este intento de buscar al perdido porque no comprendemos el valor de un alma.
Jesús fue golpeado, azotado por los soldados romanos, desgarra su piel, y una gran corona de espinas fue puesta en su cabeza. Como si no fuese suficiente, le obligaron a caminar con una cruz pesada y le pusieron clavos en sus pies y manos. Jesús estaba desnudo en la cruz para que sea visto por todos.
La muerte en la cruz fue una muerte perversa. Si el sentenciado no se moría rápido, los soldados romanos le pegaban en las rodillas, porque por medio de ellas hacían fuerza para no ahogarse con sangre, al apoyarse en sus brazos.
¿Qué padre permitiría una muerte de un hijo? Es para que veamos el valor de un alma.
Jesús no tuvo miedo de ir a la cruz por ti. ¿Tú lo cuentas afuera?
¿Qué tan avergonzado estarías tú, si nadie te amara suficiente para hablar de Jesús?
Cuando no compartes de Jesús a otros, es porque eres egoista al no importarte por los demás, ya que pensarás que Jesús murió solo por ti y por ti.
Pero Jesús quiere decirnos, por medio de estas parábolas, la importancia de un alma para que tú busques al perdido de igual manera cómo cada uno de los protagonistas de las parábolas.
Este trabajo es tuyo porque es tu gran comisión y tu responsabilidad ser un modelo de Jesús, entender tu responsabilidad y ser diligente en buscar al alma perdida sin quejas.
Jesús no vino a construir Iglesias, sino a buscar y salvar los perdidos. Cuando tú recibiste al Señor hubo fiesta en Los Cielos.
El Espíritu Santo buscó, rastreó a Jerry y se gozó. Jerry sabe lo que es estar lejos de Dios. Te imploro para que tú entiendas lo importante que es el valor del alma perdida.
A veces jugamos con el evangelio porque a veces tenemos la oportunidad de hablar al perdido y no lo hacemos porque nos olvidamos del alma perdida.
Tú debes ser una luz para todas las clases sociales y para todas las edades, sean estos niños, jóvenes, ancianos, pobres o ricos. Tienes que ocuparte de los negocios de Dios.
Una persona perdida es un alma que no ha puesto su fe en Jesús. Para ello hay que arrepentirse. Arrepentirse es cambiar la dirección de los pecados espirituales, y comenzar a confiar a Jesús nuestras vidas; y tomar este trabajo como tu prioridad en tu vida, y creer en las buenas noticias de Jesús.
Pídele a Dios que abra tu corazón. Cree que Jesús murió por ti.

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