viernes, 15 de abril de 2011

El matrimonio como el fundamento de la familia

15/04/11
Predicador: Jerry Haas

Aconsejo a la Iglesia que oren por sus Pastores porque el malvado siempre ataca a los líderes. Oren para que cada día Edinson se ponga toda la armadura de Dios.
Hoy les quiero hablar sobre la familia.
En nuestros días el mundo dice que el matrimonio no es necesario, por lo que cohabitan para experimentar como funciona la relación para recién tomar la responsabilidad. También el hombre intenta legislar la unión entre personas del mismo sexo. Es decir el hombre trata de redefinir el concepto del matrimonio.
Génesis 2:15-24
Cuando Dios creó a Adán lo puso en el Edén y le dió toda autoridad. Pero le faltaba la ayuda idónea.
Luego que Adán le pusiera nombre a todos los animales, Dios hizo que entrara en un sueño profundo. Por esto el hombre deja a su padre y madre para unirse a su mujer y ser una sola carne.
Para Adán no había padre ni madre, pero Dios sabía que habría un progreso natural de la especie humana. Este progreso se daría en la familia, un padre y una madre.
Es decir el hombre se unió a su mujer, no a sus mujeres. Este es el plan de Dios, es decir un hombre y una mujer unidos en matrimonio.
En la cultura del mundo de hoy está bien que haya matrimonios homogéneos, quitando el propósito de Dios de que el humano se multiplique en la tierra.
Pero también existe la figura del concubinato, antes de comprometerse con el matrimonio.
Pero Dios ordena el matrimonio entre hombre y mujer que sea para toda la vida.
Éxodo 20:14
Dios le dice a Moisés para que ordenase al pueblo de que “no cometan adulterio”. Ello significa que había adulterio por entonces. El adulterio se define como las relaciones sexuales fuera del vínculo matrimonial.
El vv17 dice “no codicies la mujer de tu prójimo”. Este mandato nos vuelve a la relación original del matrimonio como institución.
Lo sobrenatural del matrimonio es que somos una sola carne. Pero nosotros no vivimos en un mundo perfecto, sino en un mundo en el que la relación matrimonial se rompe. Dios sabe esto.
Hay muchas presiones en el matrimonio pero la más grande es el dinero por el cual ambos trabajan, y además genera que los cónyuges no se vean todo el día. Pero que ambos cónyuges trabajen es una opción.
Tú como esposo y tu esposa tienen que tomar una decisión en relación a sus hijos: la de criarlos.
Dios tiene un rol específico para cada integrante del matrimonio, y esto depende de cuánto creemos en Dios, de reducir gastos innecesario, y de determinar si los dos tienen que trabajar.
Como pareja tienen que decidir como será su relación en el hogar.
El enemigo pone en el trabajo presiones y distracciones en ambos cónyuges, y más aún si tienen hijos. Cuando acontece estas presiones y distracciones, el hombre busca a otra mujer para contarle sus problemas. Y de igual manera la mujer. Esto indeclinablemente lleva al adulterio, a la ruptura del matrimonio y como consecuencia de ello, también la familia misma. De esta manera el matrimonio se destruye y el testimonio, más aún de un matrimonio creyente, se arruina para la comunidad.
El testimonio depende de las decisiones que tomamos. Los motivo que como esposos, nada debe separarlos, porque Dios los ha unido.
Ni que sus trabajos, ni sus hijos sean la prioridad, sino Dios. La prioridad del matrimonio debe ser Dios para que ustedes sean los líderes espirituales del hogar, para que involucren a sus hijos en la Iglesia, dentro de la relación familiar y entre los esposos mismos.
Efesios 5:15-20
En este pasaje Dios habla como quiere que tengamos relaciones con los diferentes vínculos.
Debemos ser sabios en nuestros vínculos, sabios, no necios.
No serán necios porque Dios nos sella con el Espíritu Santo, y nos llena, y nos guía, y habilita a caminar en la verdad.
Efesios 5:22-23
La sumisión y el respeto de los esposos supone el sacrificio en amor, a lo que llamo “amor sacrificial”.
El amor sacrificial puede ser definido cuando tus necesidades son acomodadas a las necesidades de tu esposa, pero no así los caprichos.
Es necesario que ambos cónyuges pasen un tiempo juntos, y pregúntale a tu esposa cuales son sus necesidades. ¿Será que sea valorada, respetada, amada, o sentir seguridad en la familia?
Tu responsabilidad como hombre es atender las necesidades de tu esposa. Pero no me refiero a las relaciones sexuales.
Tú como esposa necesitas expresar tus sentimientos a tu marido para que él pueda amarte sacrificialmente.
Una de las cosas que tu esposo necesita es que lo motives. Es más fácil quejarse en el matrimonio, pero no reconocemos cuando un cónyuge hace algo bien, porque ambos necesitan ser aprobados por el otro. Si tú no descubres la necesidad de tu esposa, ella buscará a alguien que si la comprenda.
Esposas, necesitan saber que él necesita reconocimiento para que te ame sacrificialmente.
Otra cosa que él necesita es el sexo, cumplir con los votos matrimoniales. Tú como esposo necesitas saber que no puedes motivar a tu esposa simplemente tomándola, sino que tienes que darle afecto por fuera de la relación sexual.
La relación sexual tiene que ser disfrutable dentro de los límites del amor que Dios nos instruye.
Si tienen hijos, estos traen a la familia una dinámica particular porque la relación se restringe entre las esposas.
En referencia a la relación padres e hijos vamos a leer el siguiente pasaje de las Escrituras.
Efesios 6:1-4
Acuérdate lo que les dijo el Señor a los hijos: honren a sus padres. La relación con sus padres no se termina cuando nos casamos. Es muy probable que no tengas buenas relaciones con los padres, pero Dios no nos da ninguna excusa, a pesar de las circunstancias.
Tus hijos observan más las cosas que haces, más que lo que decidís.
¿Cómo disciplinar en el Señor?
El Señor es claro en Su palabra, porque dice padre, no dice madre. Tú como padre tienes la obligación de ser el líder espiritual del hogar para que tus hijos sean hombres y mujeres de Dios, y además necesitan ser rodeados por hombres y mujeres de Dios.
Tu liderazgo necesita ser entrenado y además necesitas ser afectuoso con tus hijos.
La buena conducta acarrea buenas consecuencias. De igual manera lo malo.
Es una opción decirle a los hijos las consecuencias que acarrea una mala conducta, pero aunque cueste, ellos deberían entender las consecuencias.
Tú como padre no necesitas exasperar ni irritar a tus hijos, sino entrenarlos, moldearlos con ejemplos, viviendo la Palabra por medio del poder transformador de Jesucristo, aquí en su Jerusalén.
Ahora si tú no eres el líder espiritual de tu hogar, yo te pregunto: ¿por qué?

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