viernes, 11 de junio de 2010

¿Bajo qué espejo te estás mirando?

11/06/10
Predicador: Carlos Vaca

¿Bajo qué espejo te estás mirando? Si te estás mirando en el espejo de la Palabra de Dios, tendrás la perspectiva correcta.
En un reino había un rey inteligente y la gente delante de él tenía una perspectiva también inteligente. Llegó a su reino un sastre para venderle una tela invisible. Pero como era inteligente, no hizo pregunta alguna y el sastre le confeccionó un traje al rey. Al salir de la habitación con el vestido nuevo, decidió salir al pueblo a lucirlo. En la caminata, un niño dijo: “miren al rey, está desnudo”. Sucedió así porque el rey se veía en un espejo de vanidad, e incluso quienes estaban a su alrededor. Hoy vamos a pedir que el Señor nos enseñe las maravillas de Su Ley.

Santiago 1:19-20
Lo primero que va a enseñar Santiago es que la fe se practica. Cuando dice “oír” significa “prestar atención” cuando Dios nos da instrucción. Nosotros no captamos lo que Dios nos dice, es decir no prestamos la debida atención.
Proverbios 8:31-36
Cuando desobedecemos a los padres obtenemos tristeza porque no respetamos a nuestros padres; porque Dios dice: honra a tu padre y a tu madre para que todo te vaya bien, y tus días se alarguen en la tierra.
Si prestas atención a la Palabra de Dios, la bendición vendrá. Sucede cuando caminas bajo la Palabra de Dios, cuando consideras lo que Dios te habla. ¿Le respondes a Dios cuando te habla? ¿Qué le respondes? ¿Mañana?
Mateo 8:1-4; Mateo 5,6, 7:20
La gente no respondía, sino se admiraban frente al sermón del deseo de Dios en el humano. Pero sólo hubo un impacto que no generó un cambio. Sus oídos se deleitaban pero no tenían la capacidad de recepcionar la Palabra para generara un cambio, porque maravillarnos no genera un cambio.
En Mateo 8 vemos el relato de un leproso. La lepra era una enfermedad incurable con connotación espiritual, porque tenía que aparatarse del montón y gritar “inmundo” para que la gente supiera que era leproso. Pero hubo un hombre de la muchedumbre que creyó el sermón de Mateo 5 al 7 porque bebió de Su palabra.
El leproso vio que la gente acechaba a Jesús, por lo que se postró delante de él, porque reconoció su necesidad espiritual con hambre de Dios. La humillación sucedió porque con afán buscaba a Dios en oración y ayuno.
Jesús rompió todas las estructuras de la sociedad y se acercó al leproso.
Dios es personal, así lo puedes ver en Mateo 8. No habla de la gente, sino del leproso. El leproso se acercó y se postró delante de Jesús.
A veces creemos que somos santos y nos acercamos al Señor de cualquier manera y nos olvidamos de que Él es tres veces santo. Sin santidad nadie podrá ver y escuchar a Dios. Cuando Isaías se encontró con Jehová de los ejércitos, tuvo labios inmundos pero cuando los querubines quemaron sus labios con carbón, pudo recién escuchar la voz de Dios. Por ello sin santidad no podemos escuchar la voz de Dios.
El leproso no le exigió a Jesús, sino que la actitud fue “si tu quieres, sáname”. Jesús le respondió “quiero” y luego lo toco. El leposo era un rechazado de la sociedad con heridas en el corazón, por lo que necesitaba ser restaurado. Jesús conoce lo que tú necesitas.
Jesús no solo sanó físicamente al leproso, sino que sanó el corazón. Este es el Dios que tenemos. Cuando prestamos atención a la Palabra de Dios, viene la bendición.
Uno que no prestó atención fue Moisés en el camino del desierto. Dios le dijo a Moisés que si hablara a la piedra, entonces saldría agua para que beba el pueblo y los animales. Moisés exhortó al pueblo enojado y sacó agua de la piedra, pero fue por misericordia de Dios. Pero luego Dios le habla a Moisés diciéndole que no entraría a la tierra prometida. Dios no miente en lo que afirma. Dios quiere que Le escuchemos porque esa es la voluntad de Dios; que obedezcamos Su palabra.
Tendemos a hablar y hablar sin prestar atención lo que decimos.
Realmente, ¿qué es lo que está sucediendo en nuestras vidas? ¿Todavía no prestas atención a la Palabra de Dios y no la obedeces?
Atendamos a la Voz de Dios. Que no quede con la sensación de maravillar nuestras vidas.
¿Cómo me ve Dios a mí? Porque a Dios no Le puedo engañar.
¿Qué es lo que no me está dejando desarrollar?
¿Qué fue lo que dejaste de lado de lo que te habló Dios?
¿Cómo estás delante del Señor?

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