domingo, 2 de mayo de 2010

¿Cómo tener plenitud de gozo en nuestro caminar diario?

02/05/10
Predicador: Fernando Flores

Esta es una palabra que tanto usted como yo la necesitamos, y sigue siendo de mucha bendición cuando llegó por medio de un estudio bíblico. Y es por ello que quiero compartir con todos ustedes.
Efesios 3:4 - 1 Timoteo 2:5 - Romanos 10:9-10
Uno de los misterios es la importancia del gozo de Jesús en nuestras vidas.
¿Y por qué es importante el gozo del Señor?
El gozo del Señor es importante para pasar las pruebas de la vida. Sin la fortaleza y el gozo del Señor no podríamos hacerlo. El gozo del Señor nos dará la energía y la fortaleza que necesitamos. Quitará el cansancio del trabajo y removerá las cargas de nuestros corazones.
En Juan 15:11 Jesús dijo: “(…) para que mi gozo esté en vosotros, (…).” No es un gozo que viene y va. Sino que es un gozo que esta presente en los tiempos buenos y malos, noche y día, llueve o haga sol. Gozo en tiempo de alegría como en tiempo de tragedia. El gozo del Señor es gozo que perdura aún en las pérdidas. ¿Hay cosas que le salen al revés? Algo que usted necesitaba o quería ¿le ha sido quitado?
Aflicción, enfermedad, problemas; son realidades en nuestra vida. Pero también lo es el gozo.
Algunos de ustedes me dirá: “está todo bien con el gozo, pero ¿cómo puedo obtener esa clase de gozo?” Leamos en Juan 15:11 “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, (…)”
Entonces tiene sentido que veamos qué es lo que ha hablado, para poder encontrar la receta.
¿Cuáles son las cosas que Jesús ha hablado?
En el capítulo 15 de Juan, Jesús se refiere así mismo como la vid y a nosotros los pámpanos y nos dice que: “Como los pámpanos debemos permanecer en la vid.”
La palabra predominante en los siete primeros versos en Juan 15 es “permanecer” y si usted se está preguntando qué es permanecer en Jesús para tener gozo permanente y duradero, voy a mencionar algunas palabras claves y deseo que las anote.
La primera palabra es “rendición”.
Iamginemos por un momento que una persona pudiera conversar con un pámpano, y que el pámpano le dijera: “ustedes los seres humanos piensan que son tan inteligentes, pero a mi me parece que siempre están frustrados, corriendo de un lado a otro, sin llegar a ningún lado, y sin paz.”
Y la persona le responde: “bueno … tú pareces que tienes paz, ¿Cómo la obtienes?”
Pámpano: “Ahh!!.. es que he reducido todas mis preocupaciones a una sola; el permanecer en la vid. Y tan pronto hice eso, ya no tengo problemas. Cuando llegue el verano y necesite agua para beber, no tengo que preocuparme, porque ese es problema de la vid. La vid penetrará con sus raíces en la tierra y me dará el agua que mis hojas necesitan. Y cuando llegue la primavera y necesite florecer, no me preocupo dónde van aparecer mis capullos, yo permanezco unido a la vid. Y cuando llega el tiempo de la cosecha, no me preocupo acerca de las uvas, cuán grandes son o cuántas son o cuán dulces son. Ese no es mi asunto, ese es asunto de la vid. Yo me gozo en exhibir el fruto.”
Si no permanece en la vid, no tendrá gozo. ¿Y cómo permanecer? Rindiéndose completamente. ¿Alguna vez se ha rendido completamente a Cristo?
¿Cómo llegué a tener el gozo del cuál estoy hablando? Mi hábito era trabajar en la computadora y cuando llegaba a mi casa, seguía trabajando. Mi computadora era todo, allí tenía fotos, música y sobretodo trabajos. Cuando recibí a Jesús como mi Señor y salvador personal, le dije que le entregaba todas las llaves de mi vida, porque sentía la necesidad de vivir la vida cristiana. En ese instante la computadora dejó de funcionar y la llevé a distintos especialistas y el diagnóstico era el mismo: había que borrar todo la información y reinstalar el sistema operativo. Además de los dos usuarios existentes en el sistema, sólo se podía recuperar los archivos del usuario “Diego”, pero del usuario “Fernando”, no. Una mujer empresaria, para quién trabajaba por entonces, que parecía que había aprendido a vivir el gozo del Señor, le comenté lo sucedido y se comenzó a reír. Entonces pensé en mi mente que me gustaría tener ese gozo, el cuál no tenía porque sólo había aflicción y amargura en mi corazón. Ella me respondió lo siguiente: “Es muy fácil. ¿Has rendido absolutamente todo a Jesucristo?”
Le dije que claro, Le he rendido todo… bueno, en una forma general si, casi todo menos mi tiempo dedicado a mi computadora.
Ella me dijo: “Arregla ese asunto con Dios, renunciando a ello.”
Y esa noche en oración le dije: “Señor Tú eres digno en mi vida y quiero rendirlo absolutamente todo ante Ti.” Parecía como si tuviese un gran manojo de llaves que abrían las puertas del enojo, la avaricia, las malas palabras, los malos pensamientos, los malos contestos, el engaño, la autosuficiencia. “Señor aquí tienes las llaves de mi vida.” Y sentí en mi corazón lo siguiente: “¿Están todas las llaves en este manojo?” Y dije en mi pensamiento: “Todas, menos una llave pequeña que quiero conservar que se llama: trabajar, fuera de las horas de trabajo”. Y continué en mi oración y dije: “Señor si Tú eres digno de todo, te entrego esta llave pequeña”.
Luego de pasado varios días, decidí llevar la computadora al último técnico, quien me inspiraba confianza. Y delante de mis ojos pudo entrar al disco duro de la computadora, rescatar todos los archivos y reinstalar el sistema operativo.
Si el Señor es digno de todo, entonces es digno que controle todas las áreas de tu vida.
La vid y los pámpanos están conectados, por lo que hay una “dependencia”. El final del versículo 5 dice “(…) porque separados de mí nada podéis hacer.”
Es cuestión de usar el sentido común ¿Qué puede hacer el pámpano sin la vid? Nada. De hecho si no existiera la vid, no habría pámpanos. Los pámpanos dependen totalmente de la vid. Por así decirlo, los pámpanos están completamente rendidos a la vid. Y es ese estar rendido, se logra con la total dependencia del Señor.
Ahora cuando usted se cree ser algo, entonces Dios no lo es todo. Y Dios no puede ser todo hasta que usted se reconozca ser nada. Pero no se preocupe por eso, Dios se especializa en hacer algo de la nada cuando usted permanece en el Señor.
La tercer palabra que deseo que escriba es: “descanso”. Leamos Juan 15:9 “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.” Aquí la palabra permanecer significa descansar en su amor. Jesús está diciendo: "descansen en mi.”
Jesús se compromete a pasarnos todos los nutrientes que necesitamos para dar fruto, como lo hace la vid, ella no racionaliza si pasará o no savia a sus pámpanos. Eso dice Jesús, será natural nuestra relación con El, sin esfuerzo, sólo recibir la savia y esa savia está en su Palabra. Permanecer en su Palabra, es permanecer en la vid. Dios le ama, y esta es una verdad tan sólida como una piedra. Él le ama. Usted debe descansar en Su amor. Permítale que le ame y eso le dará descanso.
En Gálatas 5:22 el Señor dice: “Mas el fruto del Espíritu es gozo, (…)”. ¿Lo escucho? “Mas el fruto del Espíritu es gozo, (…)”.
Usted no puede crear ese gozo. Usted no puede cerrar su puño y con furia decir: “voy a tener gozo aunque me muera”. Permítame decirlo que no puede hacerlo.
Otra palabra que deseo que escriba es “obediencia”.
Mire el verso 10 de Juan 15 “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”
Jesús habló de su gozo porque cumplió los mandamientos de su Padre. No hay ninguna otra forma de permanecer en el Señor que confiando y obedeciendo.
Vea lo que Jesús dijo en Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”
¿Cómo Dios se va ha manifestar en usted? Será en la medida que usted mi amigo, mi amiga confíe en Él y le obedezca. Para poder confiar en una persona, usted necesita destinar tiempo. De igual manera, lo animo a que destine tiempo para conocer a Dios.
La última palabra que deseo que anote es “regocijo”.
Regresemos al verso 11 “estas cosas os he hablado (…)” Se refiere a la vid y los pámpanos “para que mi gozo este en vosotros y vuestro gozo sea cumplido.”
Yo no se los problemas que usted tenga o las desilusiones que experimenta, pero se que necesita gozo. Porque todos tenemos problemas, uno más que otros.
El Señor Jesús dijo: “No regocijéis que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos que vuestros nombres están escritos en los Cielos”.
Amigo, amiga, ¿está escrito su nombre en los Cielos? Si su nombre está escrito en los Cielos, venga lo que venga: problemas, desilusiones, lágrimas o lo que sea, caminará con Jesús.
El genuino gozo sólo se encuentra en Jesús: “para que mi gozo este en vosotros”. No un gozo como el de Jesús, sino el mismo gozo sobrenatural de Jesús.
Si usted tiene a Jesús en su corazón y no ha experimentado el gozo, pídale perdón. Dependa del Señor Jesús, descanse en el Señor Jesús, obedezca al Señor Jesús y deje que el gozo del Señor renueve su vida y como el pámpano permanezca unido al Señor.
Y si usted nunca ha recibido al Señor Jesús, como salvador personal, todo esto le será difícil hasta que dé este primer paso de fe y se regocije de que su nombre esté escrito en los Cielos. Porque cuando usted entrega su corazón a Jesucristo, Dios escribe su nombre en el libro de la Vida.
Si usted no tiene la seguridad de su salvación, ¿por qué no le ora a Jesús en este mismo momento y con sus propias palabras?
Yo voy a decir una corta oración para que le sirva de guía:
“Dios Padre celestial te reconozco como Señor de mi vida; necesito y deseo tener a Jesucristo en mi vida. Quiero saber que mis pecados son perdonados. Quiero tener comunión contigo y quiero tener el gozo que sólo tú me puedes dar. Y en mi caminar hacia el Cielo, quiero regocijarme en ti. Ven a mi corazón y toma el control de mi vida. Te agradezco por pagar por mis pecados al derramar tu preciosa sangre. Perdóname, límpiame y ven a mi vida ahora mismo en el nombre de Jesucristo y comienza hacer la clase de persona que Tú quieres que yo sea. Ayúdame, dame la fortaleza y el coraje para no avergonzarme nunca de Ti y de que no sea una vergüenza para ti. Lo pido en Tu Santo Nombre. Amén.”

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