domingo, 28 de febrero de 2010

Limpiemos los pies los unos a los otros

28/02/10
Predicador: Pablo Eijo

San Juan 13:1-717
Todas las enseñanzas de Jesús fueron necesarias y venían de parte de Dios para que los apóstoles aprendieran; porque si no aprendían la enseñanza no sucedería.
También vas a tener enseñanza del Espíritu Santo. Esta enseñanza de Jesús fue de tremenda importancia: la humildad. La misión de estos hombres era llevar el evangelio de la salvación.
Esta enseñanza fue la última y es una oportunidad para aprender y no para llorar o quejarnos. La humildad es básica para la integración de la Iglesia y para que ésta camine.
El lavamiento de pies era una costumbre judía, que se hacía antes de ingresar a la casa porque la gente tenía los pies sucios por caminar en la ciudad. Esta tarea la hacían los esclavos o sirvientes del dueño de la casa. Y en ese momento Jesús tomó la toalla y procede a lavar los pies de los apóstoles. Pero esta enseñanza se trata del orgullo y Pedro fue el que no lo haría, por ello dijo que jamás tú Señor me lavarías los pies.
Si no nos lava Cristo, andaremos sucios; pero sabemos también que necesitamos ser lavados cada día al decir “Señor por tu sangre preciosa tú me limpias.”
A veces tenemos cosas feas en el corazón y eso permanece allí, así se llame corrupción o pecados, pero que necesitamos que sean lavados y limpiados. Jesús no tuvo problemas de lavar los pecados de la humanidad. El Señor nos puede limpiar y te va a ayudar.
La enseñanza es que así como él lo ha hecho, limpiemos los pies los unos a los otros. Esto significa estar dispuesto hacer cosas que otros no lo harían; por ejemplo acercarse, buscar, orar por el hermano, tener la capacidad de perdonar. Esto generará un vínculo.
El mayor en la Iglesia son los que sirven en la Iglesia.
En la Iglesia vamos a encontrar el inmaduro y le bajaremos la persiana. Pero en realidad los inmaduros tienen que ser ayudados por maduros en la fe, al orar, ayunar e interceder por ellos. También vamos a encontrar gente hipócrita. No los condenes, sino ora por ellos. Pero si tú eres fuerte, no te va a importar la hipocresía o el mal gesto.
¿Sabías quién estaba en la mesa con Jesús? Judas.
¿Sabías porque los hermanos se pierden de la Iglesia? Porque no tienen a alguien para contarles lo que les sucede.
En la Iglesia vas a encontrar gente con maldad en el corazón. Si no son tratadas estas áreas, no habrá oportunidades para cambiar.
¿Sabes cómo se lavaban los pies? Con agua agradable, pero para ello te tienes que preparar e involucrar. Pero no se puede lavar los pies sin agua, y son aquellos que son legalistas y duros de corazón. Tenemos que aprender a lavar con la paciencia y el perdón.
Podemos tener prosperidad, conocimiento pero ¿tenemos amor para tratar a la gente, es decir misericordia?
Esta lección de Jesús permitió que creciera la Iglesia y ha llegado hasta nuestros días.

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