domingo, 22 de noviembre de 2009

Abre tu corazón para que el Señor obre en ti

22/11/09
Predicador: Iris Juárez

El Señor nos habló y somos nosotros quienes no escuchamos.
Nosotros hemos nacido naturalmente de un papá y de una mamá, y además nacimos separados de Dios. Pero gracias a Jesús que se entregó en la cruz del calvario, nos recató de la esclavitud para pasar a ser hijos de un Padre grande y poderoso, que creó los cielos y la tierra. (1 Pedro 1:18-21)
Juan 1:1-13
¿Qué es usted? Un hijo, una hija de Dios. Olvídese de que es hijo de padres naturales. Tu Padre dice que por Él fueron hechas todas las cosas. En Jesús está la vida y en él está la luz.
Al morir Jesús, vino a mí la vida de Dios, y pasé de muerte a vida. Jesús es la luz y en él no hay tinieblas. Yo tengo la vida de Dios porque soy Su hijo o hija.
Somos hijos de Dios porque Él nos eligió (vv13). No es por tu voluntad que sucedió y porque quisiste ser hijo de Dios.
Tu Padre es rico, es poderoso y es dueño de todo. También es tu consolador y tu guía porque la presencia de Dios te ayuda, te guía y te levanta. Es así porque Le crees a Dios. Tenemos un Padre que nos ama tanto, pero hay un enemigo que te quiere tender una trampa, porque no quiere que tengas comunión y quiere que estés limitado.
¿Qué sucede entre un padre y un hijo? Entre un padre y un hijo hay amor, diálogo y comunión. Tengo que esforzarme en tener comunión con el Padre.
Pero ¿sabes qué? Necesitas tener comunión con Dios, orando y leyendo Su palabra. Allí está Su repuesta.
Tu Padre es espíritu y una persona porque ve, escucha, te habla, tiene sentimientos y se alegra cuando tú haces lo que Él te pide. Tienes que tener comunión con tu Padre.
Dios te dice que los hijos del mundo son más sagaces. El enemigo te tiende una trampa que son pequeñas zorras. Las pequeñas zorras son las pequeñas cosas que sabes que están mal y las sigues haciendo. Por ejemplo: aún dices malas palabras o fumas. Estas son trampas del enemigo que tienes que sacarlas de tu vida. Otras de las cosas que hace el enemigo es entretenerte en cosas que no edifican y no le das a Dios el primer lugar.
Las trampas son tendidas por el enemigo en cosas que aún no han sido solucionadas. Estas son puertas abiertas en tu vida que debes cerrar. El enemigo se vale de lo que hay en tu vida que no has cambiado y no han sido resueltas por Dios.
La distracción te saca de lo que estás haciendo para Dios, y te pone en otro lado. La distracción te neutraliza y no te deja avanzar porque el enemigo trabaja en tus emociones. Al distraído le roba el enemigo. Diferente es cuando tú estás atento.
¿Cuál es el fin de la distracción? Te detiene, te confunde y te derrumba. Piensa: ¿cómo está tu vida?
El enemigo es el que te está distrayendo. El enemigo busca neutralizarte para ganar tiempo, pero Dios quiere que te actives y avances conforme a Su voluntad.
Tú eres un potencial en las manos del Señor. Hay una guerra en el mundo del espíritu. Pero la guerra es del Señor.
Ezequiel 13:17-23
Acá hay una palabra para el pueblo. Nuestro Dios es poderoso y va a soltar al que está atado y seducido por las trampas. Debemos orar por las almas atrapadas porque nada podrá hacer a un escogido.
Como hijos de Dios debemos batallar y despejarnos de las preocupaciones. Aprende a dejar las cargas al Señor. Tienes que despreocuparte de un problema, enfermedad, circunstancia. Tienes que aprender a descansar en el Señor. Saca las cargas y el dolor. Primero comienza a ordenar tu vida y el resto se encargará el Señor. Saca el egoísmo de tu corazón, no pidas por ti solamente. Si necesitas una casa, ora por el que no tiene. Dios trabaja en equipo, no trabaja sólo.
Despéjate de los caprichos, la rebeldía, de los miedos, de los temores. Si hay todas estas cosas en tu alma, es porque todavía no has aprendido a conocer y confiar en Dios.
Cuando tú le remitas tus problemas a Dios, vas a tener la repuesta inmediatamente.
Pide al Señor creyendo; confía plenamente en Él y no en tus fuerzas. Suelta todas estas cosas y dile al Señor: “Señor soy tu hijo, tu hija y quiero confiar en Ti. Renuncio a confiar en mí mismo y en las cosas de la tierra. Señor quiero vivir confiado en Ti. Suelto todo lo que me distrae y estorba Tu obrar en mi vida. Lo suelto y declaro que soy tu hijo, tu hija y Tú eres mi proveedor.”
Dios quiere una repuesta íntima. Dios es amigo de todos, pero no todos son amigos de Él. Cuando se es amigo se habla y se escucha al amigo, porque Dios también nos habla.
Cuando tenemos comunión, Dios te revelará cosas ocultas para otros y te bendecirá.
Orar es hablar con Él, Le dices que estás triste o contento, y la repuesta es inmediata. Puedes hacer la voluntad de Dios cuando tienes relación con Él, porque tu voluntad no es la misma que la del Padre.
Dios está buscando que tú Le escuches y que dejes de distraerte y que te pongas en las filas de Su ejército.
No es tiempo de perder el tiempo, sino de hacer lo que te mandó hacer. La distracción es un arma letal de las tinieblas.
Lo que Dios habla a Su pueblo es para accionar; tienes que marchar y tienes que creer en Dios. No pongas las circunstancias en tu mente. Dios te dice que no te distraigas. Ahora tú estás siendo avisado o avisada.
¿Qué es lo que te está distrayendo? ¿Por qué viene el miedo? ¿No es tu Padre más que todas estas cosas? El Señor quiere que ganes almas para Cristo.
¿Qué hay de lo que Dios te ha dicho?
Si le pides al Señor, la repuesta no tardará en llegar. Reconoce que las cosas que Dios te dijo no las estás haciendo. El pecado ha detenido en ti el gozo y la paz.

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