lunes, 12 de octubre de 2009

Congreso Juvenil Termas 2009 - La cena con el Señor, el momento en el que reafirmas tu compromiso con Jesús

12/10/09
Predicador: Samuel Laborde

Si Dios me ha escogido, si o si tengo que ser la luz en la casa para que vean la Gloria de Dios en mi. Porque Jesús nos enseña que cuando encendemos una lámpara, no la debemos esconder bajo la cama, si no hay que ponerla en un candelabro para que ilumine.
Elías estaba en la cueva descansando, pensando negativamente, con temor, diciendo para que sirvo. Y allí en la cueva vino Dios con violencia y Elías salió de la cueva porque entendió que el Señor le iba hablar, y así lo entendió. Dios arma Su programa y mueve los recursos como Él quiere y toca el corazón de las personas como Él quiere.
Lo importante de este Congreso es decir que Dios me ha hablado.
Jesús cerró su ministerio con una Santa Cena y no fue con gozo porque Jesús le dijo: “mi alma está angustiada hasta la muerte”, porque no era el mejor momento como humano porque se sometió en todo, en todo fue tentado, afligido, probado y por último aceptar la muerte de malhechor.
Jesús murió en mi lugar y tomó mi culpa, mis maldades, mis inequidades. Aceptó la voluntad del Padre que era ese sacrificio para salvarnos a nosotros. No dijo: “soy inocente”, más bien agachó la cabeza y cerró su boca como un malhechor que fue descubierto. Derramó su sangre para remisión de pecados y murió en mi lugar y para que también fuera salvo.
La cena con el Señor es mi compromiso con él. No puedo vivir una fe sin compromiso, porque sino sería un religioso, sino debes ser un hombre o una mujer comprometido con el Señor para ser fiel hasta la muerte y no hasta que surja el primer problema.
Así como él me amó, también debemos seguirle por amor, no por lo que nos promete. Así como un matrimonio se une por amor, avanza y no por interés, porque sino fracasan. Jesús le dijo a quienes les seguían por los panes, que si no comían su carne no tendrían lugar en los Cielos. Si lo tienes a él, lo tienes todo porque eres coheredero conjuntamente con él.
Él quiere que lo sigamos por amor. Si una vida no prospera en Dios, entonces algo pasa. Seguirle produce una prosperidad del alma para con él, con un amor sincero y maduro con él. Para amarlo, conocerle y obedecerle.
El que entiende el llamamiento de Dios, descubrirá la perla de gran precio; porque dejarás todo porque allí está el tesoro.
Nos cuesta tanto renunciar a nuestros tesoros, por ejemplo la forma de razonar. Bastará escuchar Su palabra para dejar todo y seguir a Jesús porque entendemos que Jesús es de mucho valor, más que las cosas materiales.
Dios te ha llamado para que tú joven veas las cosas que Dios espera de ti.
Sabemos que hay una etapa de ilusión como joven, pero no hay mejor cosa que seguir a Jesús con todo tu corazón, quién guiará tu vida, serás bendecido y te dará la salida a tus problemas.
Mira a Cristo como ejemplo, modelo y sigue sus pasos, sus palabras y te aseguro que no vas a fracasar.
Cuando Dios creó a Adán lo hizo a Su semejanza: santo, puro, perfecto, limpio, honesto, que no conoció maldad, y por causa de la desobediencia entró el pecado generación por generación, perdiendo la imagen de Dios, haciendo maldades a tal punto que Dios dijo me arrepiento. Pero Dios se había provisto de un restaurador de Su imagen, que es Jesús, para que el plan de Dios se cumpla para ser imagen de Dios, restaurado por el Señor.
Dios, por medio de Cristo, ve al hombre restaurado, por su plan lo ve como una obra terminada. Este es el plan, una Iglesia sin manchas, pura, limpia porque esa es Su Iglesia.
Por eso la salvación no consiste en conceptos, sino que Jesús sea una realidad en nosotros, es decir revelada.
Pues entonces tendré la certeza de que soy salvo y podré decir de que soy salvo porque Jesús vive en mi. De no ser así, Jesús sólo será una postura en mi mente. A esto debemos llegar, esta es la meta por sobre todas las metas, de que Jesús viva en mi y en cada uno de nosotros.
La salvación no es por obra sino por gracia de Dios. Sin embargo los frutos del espíritu son el resultado de que Cristo vive en mí.
Si el Señor condenó mi pecado y declaró que él vive en mi; ya no debo vivir para pecar sino para agradar a Dios y hacer Su voluntad.
El que tienta no es Dios, sino el enemigo. No porque lo hacen los otros, tenemos que tener la certeza de que él vive en mí.
Cuidado con el pecado de fornicación y adulterio, porque estos no entrarán en el Reino de Dios.

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