domingo, 24 de mayo de 2009

Libre para reinar

24/05/09
Predicadora: Iris Juárez

Antes de comenzar a compartir la palabra de hoy quisiera preguntarte ¿Cómo estás con el Señor? ¿Dedicas tiempo para estar a solas con el Señor?
Hay cosas que no te dejan tener comunión con el Señor. Hay un mandato en Mateo 28:19 Todos tenemos el llamado de predicar, es decir de evangelizar. Hoy venimos a la casa del Señor con el ánimo de salir diferentes. ¿Qué es lo que produce el cambio? La palabra del Señor.

Cuando Dios nos habla hay una fe que se activa. Pero no sólo tengo que oír la palabra que me habla, sino ponerla por obra.
El último domingo veíamos la vida de José. ¿Quién le ayudo a José a cambiar? José confió en el Señor y salió aprobado, porque tenía temor; es decir reconocía a Dios como Señor y además confiaba en lo que Dios le dijo. Mientras estaba en el proceso aprendió a amar, a ser misericordioso y a perdonar. Cuando salió de la cárcel salió sin las cosas que había recibido de parte de sus hermanos; salió libre.
Muchos de nosotros estamos como en una cárcel. El que no está libre no tiene gozo ni paz. ¿En dónde se refleja la cárcel? En el rostro. El que está cautivo está triste y hay algo que es la preocupación. Se está preocupando por todo lo que dice la televisión, por el trabajo, por el dinero, por el afán. La preocupación lleva un afán y determina a que uno no sea libre y a que no haya comunión y te aleja del Señor.
El problema es que uno se pone un valor mayor, antes que ese mayor valor lo ocupe el Señor. Es decir hago yo las cosas que debe hacer el Señor.
A veces las cosas no salen porque nosotros ocupamos el lugar del Señor. Cuando llegue el problema, dile al Espíritu Santo: “Yo te dejo esta situación para que tú, Espíritu Santo obres.”
¿Cuántas veces llevas tu carga y no se la dejas al Señor?
Hebreos 12:1-2
Tenemos una carrera y nuestra esperanza es Jesucristo. Cada día hay una carrera en la que tengo que llegar a una meta. Despójate de las tentaciones, de lo que te pesa, lo que entra por tus ojos, los deseos, lo que yo escucho. Yo tengo que ser libre de esto y del pecado que hay en mí. Al no tener gozo, no tengo paz. Pero ¿qué es el pecado? Pecado es reincidir en hacer lo mismo y que impide que entre en el Reino de Dios.
Tú y yo hemos sido llamados para predicar, a sacar a alguien que está preso. ¿Quién lo puede hacer? Yo por estar libre y Jesús como abogado. ¿Cuántos vecinos, amigos y familiares hay en cárcel? Dí: “Señor yo quiero servirte, Señor yo quiero salir de la cárcel en que estoy metido, Señor yo quiero ser libre, libre para ayudar a otro.”
Mateo 18:21-27
Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces tenía que perdonar a su ofensor porque sabía que tenía que perdonar. El que perdona olvida.
Si no perdonamos, el Señor tampoco nos perdonará.
En Mateo 18:23-27 Jesús nos habla por medio de una parábola. El Señor es el Rey, y no solamente el siervo fue perdonado, sino también su esposa, sus hijos y sus posesiones. Pero gloria al Señor que perdona la deuda al siervo, en tiempos de hoy serían unos U$6 millones.
En el vv28-35 vemos que siempre vamos a tener testigos que le avisarán al Rey. Pero el siervo no actuó igual que el Rey, al no perdonar a su consiervo la deuda de U$20 y con el poder que le confería, lo mandó a la cárcel. Por medio del testimonio de los testigos, el Rey mandó al primer siervo a la cárcel. ¿Cuántas veces te perdono Dios? Tú SIEMPRE tienes que perdonar.
¿Cómo estaba tu vida cuando viniste al Señor? ¿Te perdono el Señor? ¡Claro que sí! Tus pecados fueron enterrados en lo profundo del mar.
Pero ¿cómo es tu actitud con respecto a la ofensa? ¿Lo metes en la cárcel?
Cuando tú perdonas, te liberas y vas a salir de la esclavitud. Pero si no perdonas, afectará a tu familia y no podrás avanzar. ¿Te enojas, te irritas, te pones violento cuando te ofenden?
Dios quiere hacerte libre porque te necesita. No serás tú abriendo la boca, y en vez de enfrentar el problema, llamarás al Señor diciendo: “Espíritu Santo te necesito.”
Si tú no perdonas, tus oraciones no serán contestadas. No progresas porque estas valorándote a ti mismo y ocupas el lugar del Señor. ¿Confías en el Señor? O ¿Confías en el sueldo que recibes?
El Espíritu Santo tiene que estar dentro de ti para que estés lleno de Su presencia. Pero te tienes que hacer chiquito para que el Espíritu Santo gobierne tu vida, para que haga las cosas que tú no haces bien.
El Rey quería que la actitud del siervo fuera la misma que la de él.
Pero, ¿qué es el pecado? “El pecado es todo lo que me aleja y separa de Dios.”
¿Y qué pasa cuando perdonas? El Espíritu Santo te ayuda y te libera.
Cuando José salió de la cárcel tuvo gozo, alegría y su rostro fue otro.
El dedo acusador lo levanta el enemigo. El siervo no perdonó al consiervo, y el Rey lo llevo de nuevo a la cárcel.
Dios quiere que llegues a la meta, por ello Dios te da vida para que tengas la oportunidad para perdonar.
¿Habrá algún peso que te impide servir? A Dios no le podemos sobornar. Dios quiere hacerte libre para que le sirvas, y no lo puedes de hacer de cualquier manera, sino lleno de la presencia del Señor.
¿Hay envidia, enojo, maldad, reacciones en nuestro corazón? ¿Cómo está tu comunión con el Señor? ¿Cómo está tu relación con Dios? ¿Qué tan grande es tu Dios?
La relación con el Señor es de cada momento, es en todo tiempo. ¿Cuántos de ustedes ocupan el lugar del Señor? ¿Cuántos no están llenos de la presencia del Señor? ¿Cuántos de ustedes emplean sus fuerzas para batallar? ¿No será que todavía tienes el peso acá atrás, en tu espalda? Por eso el Señor dice que es el momento para dejar las cargas. Dile al Espíritu Santo “muéstrame lo que me asedia, muéstrame el peso.”
¿Hasta cuándo vas a consentir el peso? ¿Quieres ser libre? Dí: “Señor Tú sabes cuál es mi peso para ser libre y llegar al final. Señor, perdóname esta rebeldía y me arrepiento en el nombre de Jesús. Señor tú sabes cuál es el peso que quiere destruirme, pero te lo entrego en el nombre de Jesús. Yo me arrepiento de mi manera de ser, de mis reacciones. Perdóname Señor, porque hasta ahora no he entendido. Gloria a Dios Señor, quiero ser libre de la cárcel del pecado, de la incredulidad y la enemistad. Amén.”


Vocabulario

Oprobio: Afrenta, deshonra. Vergüenza y deshonor que resulta de algún dicho o hecho, como la que se sigue de la imposición de penas por ciertos delitos.

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