domingo, 1 de abril de 2012

Toda la gloria es para Dios, creyendo lo que Él hará en tu vida

01/04/12
Predicador: Luis Santillán

Hay que dar gracias a Dios por todo.
No sean juzgados por nadie, porque de todo es de Dios. Dios no quiere una Iglesia triste sino alegre.
Me gusta el término valiente para hacer referencia a luchar las batallas para proveer las necesidades de la familia. El pueblo de Dios jamás será avergonzado. Lleva esto guardado en tu corazón.
Éxodo 17:8-16 
De este pasaje distingo la solidaridad y el amor de Aarón para con Moisés, al levantar las manos cuando éstas se caían. Levantar las manos es señal de levantar la bandera para la batalla. Y cuando tú levantas las manos, la Gracia de Dios desciende.
¿Cómo se presentó Israel frente a Amalec?
El pueblo de Dios estaba mal armado y disciplinado, y a pesar de que ellos decían que no era el tiempo, Dios dijo que si. Porque el Señor te lleva de victoria en victoria.
¿Por qué atacó Amalec al pueblo de Dios? Amalec era integrante de una tribu nómade descendiente de Esaú. Tienes que saber que nadie te ataca porque sí, sino porque había algo en sus venas.
El que ataca a un campamento de Dios o un varón de Dios o una mujer de Dios, tiene que saber que está errando el blanco.
Zacarías 2:8 
Somos patrimonio de Dios. La tribu amalecita atacó a traición, matando a los débiles que marchaban al último, pero no pudieron con los que iban a la vanguardia.
Entonces, ¿qué hizo Moisés? No dejó de pensar y meditar en dimensiones grandes porque Dios es grande. No pensó en cosas pequeñitas, porque si tú piensas así, así serán tus logros.
A veces el pueblo tiene miedo, pero los líderes tienen a Cristo. De igual manera cuando Israel fue invadido, hubo un hombre llamado Sama que se puso en pie y luchó por un campito de lentejas, porque consideraba que era de él, de su familia y de sus hijos. Fue tal la lucha que la espada se le pegó a la mano.
Hay que armarse de tesón, coraje, valentía, oración y del Espíritu Santo para pelear por el territorio contra el adversario.
¿Sabés qué? Dios quiere hombres y mujeres fieles.
Dios les indignó la traición provocada por Amalec a Su pueblo, que no estaba preparado para la batalla. Los desleales e infieles tienen una muerte triste, por ejemplo Judas y Absalón, murieron colgados.
Dios está con los leales, con los fieles que se pongan al lado de sus pastores, hermanos, líderes para librar batallas. Así hicieron los líderes de Dios, que pelearon juntamente con Él.
El ataque de los amalecitas viene de lejos, de Esaú. Dios ya había dicho que el menor tiene que servir al mayor.
Rebeca estuvo atenta a la Palabra de Dios, y por ello ayudó a Jacob. Esaú llevó el rencor adentro, porque nunca pidió oración. No dejes pasar al rencor, para que no corra más por tus venas.
Los amalecitas guardaron el rencor bien calentito en sus corazones.
Los cobardes se distinguen porque atacan por detrás. Los amalecitas hirieron a los más débiles de Israel, pero fue en vano porque el pueblo estaba guardado por Dios. Tenga cuidado, más bien ore por él o por ella cuando tú sepas que un varón o una mujer es guardada por Dios.
Moisés al ver el cuadro de escarnio, llama a Josué porque era fiel, a pesar que él no estaba preparado para la batalla, ni para ser estratega de guerra. Le dijo Dios a Josué que preparara el ejército del Señor; prepara a generales de divisiones, capitanes, oficiales y suboficiales para pelear contra los bandidos de Amalec. Además Moisés le dice a Josué que él estaría en la cima del monte tomando la comandancia espiritual, y tú la comandancia terrenal.
La vara es como una bandera desplegada al viento y también una antena que lleva un mensaje a Dios y trae un mensaje a la tierra. Moisés no era solamente un portador de un estandarte, sino el intercesor delante de Dios.
Cuando Moisés levantaba la vara, los soldados recibían fortaleza y remetían contra Amalec. Pero Moisés se cansaba porque el trabajo espiritual es doblemente cansador.
No pienses que estás mal o debilitado. Es que el tiempo espiritual es cansador, y es posible que todos flaqueen en el servicio. Si sientes que tu ánimo se cae, y en los combates te cansas, esto mismo le pasó a Moisés. Pero en esta situación de cansancio entran a escena sus amigos, los fieles que aman a Moisés porque veían sus condiciones, que oraba a Dios, daba sus ofrendas. Y estas situaciones de Moisés siendo fiel a Dios estaban impresas en sus corazones. De igual manera el Señor Jesús peleaba contra gigantes y amaba a sus discípulos.
Todo lo que tienes derrámalo en la tierra para amar a tus discípulos y bendecirlos. Donde habitan los hermanos en armonía, allí Dios derramará bendición.
En el versículo 12 dice que cuando Moisés se cansaba, Aarón y Hur sostenían sus manos hasta que se puso el sol.
Y en el versículo 15 es lo más grande que sucede. Cuando Moisés ganó la batalla, levantó un altar a Dios.
¡Qué diferente es la mentalidad espiritual de la terrenal!
Napoleón, un hombre sin Dios, no tenía nada para decir a sus generales. Solo les daba un abrazo por amor a la victoria. Y salían a vencer o morir en el campo de batalla.
El general Josué era un tipo de Jesús, y Moisés intercedía ante Dios para que no tuviese en cuenta los pecados del pueblo, sino para que le diera la victoria.
Yo me pregunto: ¿Y qué pensaría Josué luego de la victoria? ¿Esperaría condecoración de Moisés como José de San Martín cuando cruzó los Andes?
Moisés no edificó un arco de triunfo en la entrada de la ciudad. Sino que Moisés hizo un altar y puso una lápida para que resaltara Jehová-nisi, Jehová es mi bandera. Moisés no tenía gloria, sino que la gloria es para Dios. Todas las victorias son para Dios, porque Él no comparte la gloria.
Dios bendiga esta Iglesia, a los pastores, los líderes y a la congregación para pelear grandes batallas.

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