04/05/08
Predicadora: Iris Juárez
Isaías 6:1-8
Por medio de Su palabra, Dios le habló al Profeta Isaías y antes de llamarlo, Isaías vio al Señor, vio Su presencia.
Los serafines son ángeles para purificar y adorar al Señor.
Cuando Isaías ve al Señor y se sorprende, voló un serafín para limpiarlo del pecado, limpiando sus labios con una brasa. ¿Quién limpia nuestros pecados y culpas? El Señor.
El Señor usa las pruebas para levantar el corazón, reconociendo lo que hay en nuestro corazón.
vv 8 El Señor dice “quién irá por nosotros”, refiriéndose a la Trinidad: Padre, Hijo y Santo Espíritu.
El Señor había quemado toda la inmundicia, y por ello Isaías pudo decir “Heme aquí, envíame a mi”.
1 Pedro 1:13-16
Con la expresión “Ceñid vuestros lomos” se refiere a que tengamos cuidado con lo que vemos para que no llegue a nuestra mente.
Lo que más cuesta es esperar porque somos impacientes. Al aquietarnos en medio del problema, Dios obrará en nuestra vida.
No tenemos que volver a las cosas que hacíamos antes, sino obedeciendo al Señor en toda nuestra manera de vivir, ya sea en la Iglesia, en el trabajo, con los amigos; porque somos cartas abiertas a todo el mundo, porque somos hijos de Dios.
En el momento que Isaías ve al Señor se produce el cambio.
Salmo 51
David le dice al Señor examíname. Seguramente cuando el Señor lo haga en nuestras vidas, saldrá lo malo de nuestro corazón, porque sin santidad no vamos a poder agradar al Señor.
De esta manera el Señor podrá poner lo Suyo en mi corazón. Tenemos que anhelar un corazón limpio, santo y libre de pensamiento.
Lo que nosotros hemos hecho en el pasado por ignorancia, el Señor lo perdona.
¿Cuántos de nosotros anhelamos servir al Señor Jesús?
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