domingo, 14 de noviembre de 2010

Los hijos de Dios son un linaje escogido

14/11/10
Predicador: Edison Pinedo

1 Pedro 2:9-10
De la ofrenda de paz que se entregaba a Dios, por medio del sacrificio de una animal, comía todo el pueblo. Pero el hígado y las entrañas pertenecían a Dios, por lo que eran quemadas en el altar. Del pecho del animal comían Aaron y sus hijos. Del lomo derecho comía todo el pueblo.
Esta ofrenda era en gratitud por las bendiciones recibidas. Ofrendaban con reverencia para que la presencia de Dios se manifestara.
Hoy Dios nos bendice y no le agradecemos con nada.
Cuando tú traes tu ofrenda, todos somos saciados, bendecidos porque así como Dios, los sacerdotes (es decir los Pastores), los ofrendantes y también todo el pueblo es contagiado y comen.
No sólo se ofrenda por tu bendición sino que se abre un mundo de bendiciones y hace que se rompa toda vida de escasez. Y así que esa bendición comienza a fluir en el pueblo de Dios.
¿Cómo es el pueblo de Dios?
Según como lo define la Biblia, es una nación santa, adquirida por Dios para que anuncien las virtudes de aquél.
Usted no está aquí porque usted quiso, sino porque Dios obró en usted. La Palabra de Dios no ha sido hecha para aquellos que no tienen a Cristo.
La responsabilidad del pueblo es enseñar la Palabra para que reciban a Jesús como Señor. La Biblia es comprendida por medio del Espíritu Santo. El equilibro espiritual quiere y busca la Palabra de Dios.
¿Cómo se conoce a una persona si recibió a Jesús?
Una persona se la reconoce si recibió a Jesú por su fruto. Si sembraste semillas de manzanas, esperarás manzanas.
Entonces es válido preguntarse, ¿para qué sirve una planta que no da fruto?
Pero en el Señor ningún trabajo es en vano.
La Palabra es la que hace la obra para que pueda cambiar una persona y pueda venir a los pies de Cristo. Dios obra en nuestras vidas para que otras vidas conozcan a Dios.
Los judíos nos llaman gentiles, pero Dios nos escogió como Su pueblo.
Romanos 15:9-12
¿Por qué se tienen que alegrar los gentiles?
Los gentiles se tienen que alegrar porque Jesús vino a buscar los suyos y no le recibieron. Está la oportunidad, no es por un asunto nuestro, sino porque Dios nos llamó.
Esto es algo que Dios ya había planeado cuando el hombre pecó; pensó en su restauración original.
En el huerto del Edén habían tres árboles y además Dios pone al hombre para que los administrara, y le dice que coma de todo árbol, menos del bien y del mal. Por lo tanto el hombre disfrutaba del árbol de la vida, es decir de Dios mismo y de la adoración misma. Pero acosado por el maligno toma del árbol de la ciencia, del bien y del mal. La desobediencia lo convierte en un transgresor, por lo que no puedo disfrutar de todas las bendiciones de Dios. Y para que no extendiera su mano para comer del árbol de la vida y se haga eterno, pone querubines alrededor.
El pecado cortó la comunión con Dios y los querubines son puestos porque el hombre ya no estaba en su estado natural de santo y puro.
Si el hombre hubiera comido del árbol de la vida, hubiera vivido eternamente pecador. Por esto hoy el pueblo de Dios tiene el privilegio de arrepentirse de sus pecados para restablecer la comunión con Dios, por medio de Jesucristo.
Cuando recibes a Jesús, usted se convierte en un hijo legítimo de Dios, sellado por el Espíritu Santo y la presencia de Dios. Por eso tú eres un hijo legal de Dios, porque puso la firma por ti. Nuevamente puedes volver al lugar santísimo.
2 Corintios 5:4
Este pasaje dice que lo mortal es absorbido por la vida. Cuando recibes a Jesús, eres revestido de la vida por medio de Cristo Jesús.
La expresión “la muerte es absorbida por la vida” significa que cuanto más buscas a Dios, la muerte no llegará a ti.
Cristo es la vida, por lo que nada podrá tocar los hijos de Dios, porque la muerte es absorbida por la vida. Esto es ser un hijo de Dios.
Efesios 2:11-12
Ahora tú perteneces a Dios por lo que tienes que preguntar: “Señor, ¿está bien que haga esta compra? ¿Qué es lo que Tú quieres que haga? Señor, ¿está bien que vaya aquél lugar?”
Cuando tú no adoras a Dios en espíritu y verdad, las bendiciones tampoco estarán.
Hay un propósito en nuestras vidas, que es la de proclamar las virtudes de Aquél que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable. No nos llamó para proclamar nuestros errores y fracasos. Esas virtudes son: Cristo salva al hombre, los milagros que hizo en nosotros, hablar bien, de no quejarte en medio de las circunstancias. Dios no podrá obrar en ti si tu boca es una vertiente de agua dulce y amarga. Sino que hay que hablar con Salmos y cánticos.
Los momentos difíciles son para que la fe crezca y no te quejes. No es tu virtud, sino de Aquél que está haciendo una obra en ti.
Cuando reconoces tus errores, tu vida crece porque es el Espíritu Santo quien talla tu vida.
Aún no hemos aprendido a valorar las virtudes de Aquél que nos llamó.
Hay propósitos y misiones específicas de anunciar el evangelio a través de lo que somos, una raza escogida y real sacerdocio. Tienes una doble función porque estás dentro de un Reino.
Apocalipsis 1:6; Juan 6:35-37; 1 Corintios 1:26-31
La función del sacerdote es la de oficiar y hacer holocaustos.
La función de reino es la de avanzar en lo que Dios te ha dado. Un reino no es pobre sino tiene economía.
Bajo estas verdades, entendemos la definición de pueblo congregado de Dios. Si no hay un por qué, Dios no te puede dar más de lo que necesitas.
El pueblo de Dios tiene que caminar sin quejarse y glorificando a Dios, sin fisuras, trabajando en comunión.
La salvación vino de un gentil, no de un judío. El linaje de Jesús es de Abraham, un gentil.
Efesios 6:10-18
Todo lo que Dios te ha dicho se cumplirá, pero depende de ti la determinación para que que llegue la bendición, y sucederá en el tiempo de Dios y cuando te pongas a cuentas todos los días.
Dios te llamó para anunciar las virtudes de aquél porque tienes un Dios fuerte que te ayuda en medio de la debilidad.
El que resiste es el que llegará a la meta, triunfará en la vida. El asunto no es ganar el premio, sino retener el premio: la salvación y las virtudes de Aquél.

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